Hola a todos!! Os dejo con el séptimo capítulo, titulado "Terrenos de Linkfow y liphigons". Tal y como dije, desde el capítulo anterior la historia se ha vuelto más interesante.
Deseo que os guste!! Un saludo.
Capítulo 7
- Terrenos de Linkfow y liphigons
Estaban en una playa
arenosa delimitada a lo ancho por dos montañas que se alzaban en sus extremos. Mirando
al frente, donde terminaba la arena empezaban los límites de un bosque, similar
al de la Isla
del Volcán. Era incluso más grande que el otro y muy espeso de forma que
costaba distinguir unas plantas de otras.
—Vamos —dijo Dan en voz
baja.
— ¿Qué hacemos con las
motos? —preguntó Manu.
—Tendremos que dejarlas
aquí porque este bosque es imposible atravesarlo con ellas.
Con la ayuda de Nadia y
Sergio escondieron las dos motos cerca de la montaña que más cerca tenían. La
cubrieron con helechos, ramas y otras plantas que había por allí no sin antes
coger la linterna que Dan llevaba en su moto, que aunque era pequeña y no
iluminaba mucho la podrían necesitar si se hacía de noche. Cogieron también una
rama del suelo que les serviría para defenderse por si les volvía a atacar
alguna criatura. Después de ello se internaron en el bosque.
Al principio fueron en
dirección recta, o por lo menos lo intentaron, pero a medida que avanzaban el
bosque se hacía más denso y les impedía ir recto, por lo que tuvieron que
desviarse del camino varias veces, hasta llegar al punto en que
definitivamente, no sabían dónde estaban.
— ¿Qué hacemos ahora?
—Seguir hacia donde sea y
de paso buscar a alguien que nos ayude.
Siguieron caminando en
cualquier dirección sin importarles donde llegarían dado que ya estaban
perdidos. En más de una ocasión creyeron ver unos ojos que los observaban desde
los árboles.
— ¿Lo habéis visto?
—murmuró Sergio mirando hacia un árbol.
— ¿El qué?
—Había algo ahí…
mirándonos.
Miraron a su alrededor
pero al no ver nada prosiguieron su camino. Al poco tiempo llegaron a una zona en
la que no había tanta vegetación y allí vieron un río que descendía de las
montañas, que también lo rodeaba todo, tal y como ocurría en la Isla del volcán.
—
¿Qué pasa, es este mundo está hecho a base de ríos o qué? —preguntó Sergio
sarcásticamente.
—Por
lo menos agradece que tengamos agua de vez en cuando —le respondió Nadia.
Se
acercaron un poco y vieron que había algunos peces en el agua.
—Por
fin veo algo normal desde que hemos llegado a este sitio —comentó Manu.
Dieron
un respingo cuando algo enorme cayó del cielo y tras coger un pez del agua se
volvió a elevar. Era una especie de animal extraño, compuesto de varios animales.
Tenía cabeza de delfín, cuerpo de león y dos grandes alas de dragón. Cuando se
les hubo pasado el susto miraron a Manu con una mueca de burla.
—Vale,
lo retiro. Es imposible que haya algo normal aquí —admitió—. ¿Qué demonios era
eso?
—Algo anormal —dijo Dan
riéndose—. Vamos a descansar cinco minutos y después continuamos.
Manu y Sergio se
acercaron al rió a beber agua, ya que si había peces no estaría contaminada y,
mientras, Dan se volvió hacia Nadia.
— ¿Te pasa algo? Estás
muy callada.
—No, solamente quiero
volver a casa y estar contigo en lugar de estar perdidos en mitad de un bosque
de un mundo que no conocemos.
Dan la abrazó y le
susurró al oído.
—Tranquila que no
tardaremos en regresar y entonces podremos estar juntos, a solas.
Ella no dijo nada, simplemente
lo abrazó con fuerza.
—Aún no te he dado las
gracias por defenderme antes en la playa cuando Carlos me quería llevar con él,
ni tampoco cuando has dado la cara por mí delante de tu novia.
—No hace falta. Como
amigo tuyo que soy he hecho lo que tenía que hacer y por favor, no digas que es
mi novia porque no lo es.
—Vale, pues si no es tu
novia y aunque no haga falta que te de las gracias…, lo voy a hacer.
Esto último tardó un poco
en decirlo y acto seguido pegó sus labios a los de él. Fue un beso corto pero
agradable para los dos aunque ninguno hizo ningún comentario.
—He notado que cada vez
que te acercas a mi te pones nervioso y además, la forma en que me tratas y me
abrazas dice mucho de lo que sientes por mí, aunque tú no me hayas dicho nada.
Dan se había quedado sin
saber que decir y cuando por fin abrió la boca para responderle llegaron Manu y
Sergio corriendo.
— ¡Corred!
— ¿Qué pasa? —preguntó
Nadia alarmada.
—Esa cosa nos persigue
—dijo Sergio señalando con el dedo.
Miraron hacia donde
señalaba y vieron a la criatura delfín-león-dragón, que en efecto se dirigía
volando hacia ellos.
—Luego seguiremos —le
dijo Nadia a Dan cogiéndole la mano.
Empezaron a correr
siguiendo el curso del río con la enorme criatura volando detrás. A lo lejos
vieron a alguna gente y supusieron que serían habitantes de Linkfow, tal y como
Savek les había contado. Corrieron sin parar en dirección a ellos, que los
vieron llegar.
— ¡Ayudadnos!
—Tranquilos, no os hará
daño. Está domesticado —dijo un hombre.
Dan, Nadia, Sergio y Manu
se pusieron detrás de los desconocidos. Dan miró al hombre que había hablado.
Era un hombre alto y corpulento de cabellos cortos y negros y llevaba un poco
de barba.
— ¿Qué quieres decir?
—Esto.
El hombre silbó y vieron
asombrados como aquel extraño animal descendía y se posaba en el suelo como si
de un dócil perro se tratase. Los cuatro recién llegados lo miraron con
sorpresa.
— ¿Cómo ha hecho eso?
—preguntó Manu.
—Os he dicho que está
domesticado —dijo el hombre riéndose—. Por cierto, me llamo Jandro.
Dan se presentó e hizo lo
mismo con sus amigos. Entonces explicó a los allí presentes cómo habían llegado
allí y hacia donde se dirigían.
—El enano que nos recibió
nos dijo que aquí nos ayudarían a llegar a Selwyrck —dijo Nadia desde atrás.
—Tranquilos, de eso
podéis estar seguros —dijo una mujer que iba con Jandro.
Dan se fijó en una chica
que había junto a la mujer. Se dio cuenta de que lo estaba mirando y se puso
nervioso. Era una chica de estatura normal, de piel bronceada, y pelo castaño
claro que llevaba recogido en dos coletas. Pudo llegar a ver que tenía los ojos
marrones y tras observarla fugazmente concluyó que debía ser de su edad
aproximadamente.
Estuvieron un largo rato
mirándose y Dan sintió que las miradas de la chica eran indescifrables aunque tenía
un brillo especial en los ojos. Cuando Dan vio que se acercaba hacia él casi le
da algo. Pasó por su lado majestuosamente mientras el vestido que llevaba
ondeando al viento rozó el brazo de Dan, que se quedó maravillado por la belleza
de la chica y aliviado al mismo tiempo, ya que había pasado sin decirle nada,
que es lo que el temía.
La chica se acercó a la
bestia que reposaba en el suelo, en la orilla del pequeño río y le acarició su
cabeza de delfín. Nadie se había dado cuenta de la miradas intercambiadas entre
Dan y la joven, o eso parecía, porque escuchaban a Nadia sin perderse ningún
detalle de lo que les había sucedido, desde la forma en que habían encontrado
el túnel entre las rocas hasta ese momento en que se encontraban allí. Dan
escuchó lo que decía Nadia aunque seguía mirando a la chica.
— ¡Cynthia! —oyó que
decía una voz.
La chica se levantó y fue
hacia dos mujeres que había en el borde del rió. Parecían hablar algo.
—Cynthia… —murmuró Dan
para sí mismo—. Se llama Cynthia….
Se había quedado
pensativo y no se dio cuenta de que la joven había vuelto junto al animal. Se
quedó mirándola de nuevo y al poco rato ella levantó la cabeza y lo miró.
—Hola —le saludó.
—Ho-hola —dijo Dan
atragantándose.
—Te llamas Dan, ¿Verdad?
Yo soy Cynthia.
—Ya lo he oído antes
—dijo Dan sonriendo mientras se agachaba a su lado—. ¿Qué clase de animal es?
—Es un liphigon. Como
puedes ver es una mezcla de varios animales: delfín, león y dragón.
Principalmente viven en los bosques de Swayerz pero como Sawnock es como un
gran bosque y los liphigons son muy traviesos van vagando por doquier y alguna
gente llega a tenerlos como mascota.
—Se tienen que sentir
tristes de vivir así —dijo Dan para decir algo, pues se estaba dando cuenta de
que estaba manteniendo una conversación con la chica que momentos antes había
temido que le dijera algo y no quería desaprovechar el momento.
—No, a ellos les gusta.
Viven al aire libre sin barreras ni cadenas que les impidan moverse. Se
divierten entre ellos y si se van lejos, nadie se preocupa porque terminan volviendo
solos.
—
¿No son peligrosos?
—
¡Que va! Son muy cariñosos y juguetones —aseguro Cynthia—. Tócalo si quieres…
no te hará daño —esto último lo dijo mientras le tendía la mano.
Dan
dudó un momento pero no se pudo resistir a la dulce mirada que le echó
esperando que confiara en ella, y más aun viéndola con el brazo extendido para
cogerle la mano. Alargó el brazo y ella lo cogió con suavidad, entonces Dan se
dejó llevar sintiendo algo que le reconfortaba por dentro y no sabía el motivo.
Ninguno de los dos se dio
cuenta de que todos los estaban mirando, incluidos Manu, Sergio y Nadia.
Cynthia acercó la mano de Dan a la piel del
liphigon. Tenía un tacto suave y cálido. Lo acarició despacio y el animal, con
los ojos cerrados, inclinó la cabeza en muestra de agradecimiento. Dan sonrió y
miró a Cynthia a los ojos. Estaban demasiado cerca y Dan podía sentir su
respiración y el ritmo acelerado de su corazón.
—Es una sensación
agradable —le dijo.
—Se llama Takelun y es
una chica.
— ¿Quién?
—El liphigon —dijo ella
riéndose—. En que estarás pensando….
— ¿Yo? En nada —dijo
avergonzado por la estupidez que acababa de decir.
— ¡Dan!
Los dos se giraron y
vieron que los demás ya se iban. Manu, Sergio y Nadia lo esperaban al pie de un
árbol.
—Me tengo que ir —se
disculpó Cynthia—. Luego nos vemos.
Nada más decir esto salió
corriendo en dirección a donde estaban Jandro y los demás. Takelun le seguía al
galope.
— ¡Hasta luego Cynthia!
—se despidió Dan—. Adiós Takelun.
Él fue a reunirse con sus
amigos y siguieron a la gente de Linkfow.
— ¿Os han dicho algo
interesante? —preguntó Dan.
—No mucho. Solamente que
ahora vamos a ir a Linkfow y mañana alguien nos acompañará hasta Selwyrck.
Tenemos que esperar a Jandro en la entrada de la ciudad porque primero tenía
que llevar a la gente que había venido en el carruaje y, como no había sitio
para todos, hemos optado por que nos recoja allí —le informó Sergio—. ¿Y a ti
te ha contado algo interesante esa preciosidad?
—Bueno, me he enterado de
que esa criatura que nos perseguía es un liphigon y que aquí la gente los suele
tener como mascotas, como si fuera un perro.
Sergio y Manu lo miraron
incrédulos, sin embargo Nadia siguió avanzando sin hacer ni decir nada.
— ¡Venga ya, tío! No
habéis dejado de miraros y de sonreír en todo el rato. Además, todos hemos
visto lo encariñados que estabais, hasta llegar al punto de cogeros de la mano.
Nadia, pese a que les
sacaba unos metros de ventaja, empezó a andar más rápido.
—Daos prisa o nos
quedaremos atrás —dijo.
Dan la miró fugazmente y
después se volvió hacia sus amigos.
—Sí que es verdad que nos
hemos mirado y mientras sonreíamos, pero no estábamos encariñados como has
dicho y menos aún por cogernos de la mano porque me estaba diciendo como tocar
a Takelun.
—Sí… lo que tú digas. Os
hemos visto lo quieras admitir o no —ironizó Sergio.
—Mira, no quiero discutir
ahora y menos aún con vosotros así que dejemos el tema ¿vale?
Los cuatro siguieron
andando sin decir una palabra. Dan se fijó en Nadia, que iba delante y no había
dicho nada. Pensó en el beso que le había dado un rato antes y se imaginó que
el motivo de que no le hablara sería que todavía sentía un poco de vergüenza
así que decidió no decirle nada y darle tiempo. Ya hablaría tranquilamente con
ella más tarde.
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