Capítulo 2

Hola a todos. Tras este largo periodo de inactividad vuelvo con el segundo capítulo de Sawnock y el Amuleto del Volcán. Sin más rodeos espero que os guste.

Capítulo 2 - La sorpresa y Nadia
Con la llave en la mano, bajó al garaje y se detuvo delante de la caja. Tras observarla un momento metió la llave en la cerradura. Acto seguido la giró y se echó hacia atrás al escuchar que algo se movía dentro.

Se quedó contemplando la caja y vio que uno de los laterales, el que tenía la cerradura y en el que se había encontrado el sobre, se elevaba solo, como si fuera una puerta automática. Lo que vio dentro lo dejó completamente con la boca abierta.
—Pero... ¿qué es esto? —consiguió decir en un susurro.
Tenía delante de él una magnífica moto acuática. Era como las que se veían por la tele cuando hacían persecuciones policiales por el mar. Estaba pintada en color negro y rojo, con unos efectos tan reales que parecía estar envuelta en llamas.
Dan se dio cuenta de que la moto se encontraba sobre una base con ruedas así que se decidió a sacarla de la caja para verla mejor. Mientras la sacaba escuchó un ruido como si se hubiera caído algo. Miró alrededor y no vio nada, hasta que entrevió un extraño paquete que había en el fondo de la caja y supuso que el paquete estaba sobre la moto y se había caído al moverla. Otra caja, solo que esta vez era de madera. La abrió lentamente para ver que era, y cuál fue su sorpresa al contemplar un teléfono móvil de última generación con cámara, navegador GPS y reproductor MP3 integrados, entre otras cosas.
—Será posible...—dijo casi sin voz.
Oyó un ruido a sus espaldas y se giró. Allí estaban sus padres y Kevin.
—Mamá, papá... —dijo Dan emocionado.
Su madre le dio un beso.
— ¿Te gustan?
— ¿Qué si me gustan? —preguntó Dan perplejo—. ¡Son una pasada!
— ¿No te dije que no te preocuparas por el móvil? —le dijo su padre revolviéndole el pelo.
Dan le dirigió una sonrisa.
— ¡Cómo mola! —exclamó Kevin mirando la moto—. ¿Es de verdad?
— ¡Claro que es de verdad! —le reprochó Dan acariciándola.
— ¿Puedo montar?
—Papá, ¿podemos ir a la playa a probarla? —preguntó Dan
—Claro que sí —afirmó Pedro—. No es para que la tengas guardada en la caja —añadió guiñándole el ojo.
—Kevin, ponte el bañador porque tengo la sensación de que te vas a caer al agua...
— ¡Bien! —exclamó Kevin.
Todos soltaron una carcajada. Dan estaba emocionado y todavía no se lo creía.
— ¡Gracias, muchas gracias! —le dijo a sus padres, y le dio un abrazo a cada uno, menos a Kevin que ya se había subido a la moto y estaba simulando que se caía al mar—. Por cierto, ¿dónde os habíais metido?
—Estábamos en la terraza de delante hablando con los vecinos nuevos —respondió su madre—. ¡Ah, por cierto, Nadia ha pasado por la puerta y ha preguntado por ti! Dice que luego vendrá a felicitarte.
—Vale.
Mientras Kevin se ponía el bañador, Dan subió a su habitación y se puso su bañador. Luego se sentó en la cama y estaba probando el móvil nuevo para ver cómo funcionaba, cuando sonó el timbre.
—Ya abro yo —oyó que decía su madre.
Dan dejó el móvil en la mesa y mientras cogía la toalla alguien lo saludó desde la puerta.
— ¡Hello, Dan!
Era Nadia, la vecina de al lado y la mejor amiga de Dan desde el momento en que se conocieron. Tenía quince años y era alta, de piel morena con una bonita mata de pelo castaño y rizado que le caía por la espalda. Tenía unos ojos preciosos, de color verde, y en lugar de quince años aparentaba tener dieciocho, ya que estaba más desarrollada que las demás chicas de su edad. En conclusión, era una chica guapísima, además de simpática, cariñosa e inteligente, motivo por el cual Dan se había enamorado de ella en el primer instante en que la vio.
—Hello —le respondió él, en inglés. El motivo era que como Dan tenía un buen nivel de inglés le ayudaba a ella porque no se le daba muy bien, y en ocasiones se hablaban en inglés para practicarlo.
Nadia se acercó y le dio un beso en la mejilla.
—Felicidades.
Dan le dio otro beso y cogió algo que ella le tendía.
— ¿Qué es esto?
—Tu regalo —le respondió con una tímida sonrisa.
—Gracias, aunque no hacía falta que me regalaras nada —le dijo sonrojándose —. Con estar contigo me conformo.
—Mi intención era felicitarte, darte el regalo y estar contigo... si tú quieres, claro —le confesó Nadia mientras jugueteaba con una pulsera que llevaba puesta.
— ¿Yo? ¡Pues claro que quiero! —exclamó y, al ver la pulsera, añadió—: Todavía llevas puesta la pulsera que te regalé...
Ella no dijo nada, tan solo le sonrió. Era la pulsera que dos años atrás le había regalado Dan por su cumpleaños y a la que le tenía mucho cariño. Dan soltó una exclamación al desenvolver el regalo y ver una caja forrada en piel que contenía un maravilloso reloj plateado.
—Es... Es fantástico —tartamudeó Dan—. Te tiene que haber costado una fortuna.
—Eso es lo de menos. Lo importante es que te guste.
— ¡Claro que me gusta! Muchas gracias —le dijo emocionado mientras se lo probaba.
Los dos se miraron un momento que pareció una eternidad, sin decir una palabra. Al final, incomodado por el silencio, Dan habló.
—Esto... ahora me iba a ir a la playa con Kevin para probar la moto acuática que me han regalado mis padres. ¿Quieres venirte?
— ¿Te han regalado una moto acuática? —preguntó sorprendida, y Dan asintió—. ¿No molestaré si voy?
— ¡Pero qué dices! Tú no molestas y además, a Kevin le caes bien... ¿qué problema hay?
—Voy con vosotros —dijo tras mirarlo momentáneamente—. Menos mal que ya vengo preparada —le dijo, y ante la mirada interrogante de Dan soltó una carcajada—. Es que cuando te he dicho que mi intención era estar contigo, hablaba en serio y te iba a decir que vinieras conmigo a la playa, así que ya llevo puesto el bikini —exclamó riéndose mientras se levantaba la camiseta dejando ver un bikini de color rosa.
En ese momento entró Kevin en la habitación, y al ver a Nadia con la camiseta levantada y a Dan observándola, se paró en seco.
—Perdonad si interrumpo algo… —les dijo con una risita mientras salía de la habitación.
Dan miró a Nadia confuso, hasta que entendió lo que había sucedido. Salió de la habitación en busca de su hermano y lo encontró en el baño peinándose
— ¿Ya has terminado? —le preguntó Kevin en tono divertido.
—No era lo que parecía... solo me estaba enseñando el bikini para decirme que se viene a la playa con nosotros.
—Ya, claro... —murmuró incrédulo—. ¿Se viene con nosotros?
—Sí, ¿pasa algo?
—No, solo era una pregunta.
—Venga, vámonos.
Salieron de la habitación y vieron a Nadia que les esperaba en el pasillo.
— ¡Hola Nadia! —saludó Kevin.
— ¡Hola canijo!
Los tres bajaron al garaje y nada más entrar vieron la moto fuera de la caja. Estaba en el suelo sin la plataforma con ruedas, aunque no le hacía falta ya que se apoyaba sobre cuatro ruedas.
— ¿Habéis visto? —preguntó su padre—. Esta preciosidad sirve para ir tanto por tierra como por agua.
—Es una pasada —exclamaron los tres a la vez.
—Hola Nadia —saludó Pedro y acto seguido se volvió hacia Dan—. Ya está preparada.
A continuación le explicó cómo funcionaba sin dejarse ningún detalle, incluyendo lo que tenía que hacer para que la moto fuera por tierra o por agua mientras Kevin no se perdía ni una palabra de lo que decía. Cuando terminó, les ayudó a sacar la moto a la calle.
—Gracias papá.
—De nada. Tened cuidado.
No podían ir los tres en la moto, pero Dan tuvo una idea.
—Kevin, ¿crees que sabrás manejar la moto tú solo?
—Creo que me las arreglaré —murmuró entusiasmado.
—Pues ya tardas, que Nadia y yo te seguimos.