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martes, 24 de enero de 2012

Capítulo 3

Como compensación por el periodo de inactividad del blog desde noviembre, os dejo otro capítulo extra. (Este ya es más entretenido) :)

Capítulo 3 - Aventuras acuáticas

Kevin montó en la moto y avanzó en dirección a la playa. Dan y Nadia lo seguían mientras bromeaban y se daban empujones o se hacían cosquillas. Dan se moría por contarle lo mucho que la quería, pero no podía porque tenía novia, una chica que conoció en la fiesta de fin de curso del instituto.

Cuando llegaron a la orilla, Nadia se sentó en la arena mientras Dan ayudaba a Kevin a meter la moto en el agua. Luego se sentó junto a Nadia y los dos se quedaron mirando como Kevin surcaba las olas. Mientras, estuvieron hablando un buen rato hasta que Nadia se tiró encima de Dan para hacerle cosquillas. Los dos rodaron por el suelo riéndose hasta que se cansaron. Se volvieron a sentar y al cabo de un rato alguien los llamó. Era Pedro y estaba llamando a Kevin. Dan avisó a su hermano, que dejó la moto en la orilla.
—Te llama papá —le dijo y se giró mirando a Nadia—. Voy a acompañarle. Vuelvo enseguida.
—Vale.
Dan llevó a Kevin con su padre.
—Vamos a comprar unas cosas para el viaje y cuando volvamos iremos a comer a un restaurante, así que intenta estar preparado.
—Lo intentaré —dijo Dan.
Se despidió de los dos y volvió con Nadia, que ya se había quitado la ropa y lucía su bikini rosa bajo la luz del sol.
—Ya estoy aquí —le dijo sin poder dejar de mirarla.
—Dan..., ¿me puedes poner crema en la espalda?
— ¿Qué?... ¿Y-yo? —tartamudeó nervioso—. Bueno, vale.
Ella se puso boca abajo en la arena y se desató la parte superior del bikini para que Dan le pudiera repartir mejor la crema, aunque eso lo puso más nervioso de lo que ya estaba. Le puso la crema y la extendió dándole un ligero masaje. Cuando terminó le volvió a atar el bikini y empezaron otra tanda de cosquillas. En ese instante alguien los interrumpió
—Hola —dijo una voz fría y cortante.
Era una chica alta y rubia, de ojos azules y curvas bien definidas. Le acompañaban dos chicas más y un chico alto con el pelo corto y negro que ponía una cara como si estuviera esperando la mínima oportunidad para pelearse con alguien.
— ¡Laura! —exclamó Dan separándose de Nadia—. ¿Qué haces tú aquí?
—Ver cómo me pones los cuernos —dijo señalando a Nadia.
— ¿Qué? —exclamó Dan perplejo—. Es mi amiga.
—Pues esos revolcones en la arena dicen lo contrario —insistió.
—Solo nos estábamos haciendo cosquillas... ¿qué tiene eso de malo? Si tanto te molesta que juegue con ella, no nos mires.
— ¡Cómo te atreves! —gritó Laura provocando que alguna gente se volviera hacia ellos—. Fuiste tú quien me pidió salir en la cena de fin de curso, y ahora que todavía no ha pasado una semana, ¡te veo enrollándote con esa!
—Te recuerdo que fuiste tú quien me pidió salir y aunque yo te dije que no nos conocíamos mucho, tú insististe y por eso yo accedí. ¡Pero no me gustas! Y que te quede clara una cosa: no me estaba enrollando con Nadia porque es mi amiga y en el caso que lo hubiera hecho no me arrepentiría, aunque no sé para qué te estoy dando explicaciones porque no es asunto tuyo lo que yo decida hacer con mi vida.
— ¡Ya, claro! Y ahora voy yo y me lo creo. ¡Si no me quieres, dímelo directamente en lugar de que tenga que ver cómo te enrollas con esa guarra!
Dan hizo ademán de decir algo pero Nadia intervino.
—Déjala, no vale la pena.
—Tienes razón. No pienso perder el tiempo tontamente, y menos con alguien tan despreciable como ella.
El chico que iba con Laura hizo crujir los nudillos. Dan lo miró desafiante.
— ¿Y tú qué quieres? —le amenazó poniéndose de pie—. ¿Ahora es tu novia? ¿La vas a defender? Yo creo que no merece la pena porque es una golfa —le susurró.
El chico movió el puño hacia delante pero Dan lo esquivó. Esquivó otro más y como empezaba a estar un poco harto fue él quien golpeó aquella vez. Le acertó de lleno en el hombro haciendo que el chico perdiera el equilibrio y cayera sobre la arena. Laura se agachó junto a él.
— ¡Carlos! ¿Estás bien?
—Te llamas Carlos, ¿no? —le preguntó Dan sin esperar respuesta alguna—. Bien Carlos, te aconsejo que no me provoques porque si buscas pelea la tendrás, y en lo que se refiere a esa —dijo señalando a Laura—, no te la recomiendo porque parece ser de una forma pero luego no es así.
Carlos murmuró algo desde el suelo pero Dan no le prestó atención porque se volvió hacia Laura.
—Por si todavía no te has enterado... ¡hemos terminado!
Le tendió la mano a Nadia para que se levantara y subió en la moto. Nadia subió detrás y se cogió a la cintura de Dan.
— ¿Estás cómoda? —le preguntó Dan mientras arrancaba.
—Contigo siempre estoy cómoda —le susurró al oído.
Dan se alegró de que no le viera la cara porque se había puesto rojo de repente. ¿Sería eso una insinuación de que sentía algo por él?
— ¿Lista? —le preguntó.
Nadia asintió y le rodeó la cintura con los brazos mientras aceleraba. Dieron un rodeo por la orilla para que Dan se hiciera con los controles de la moto ante la mirada atónita de Laura y sus amigos. Luego dieron una vuelta y se dirigieron hacia el límite de seguridad que estaba marcado por las boyas flotantes. Dan se sentía muy a gusto por compartir aquel momento con Nadia. Notaba su respiración cerca del cuello y eso le gustaba y le ponía nervioso al mismo tiempo.
— ¿Cómo vas? —dijo Dan elevando la voz para hacerse oír por encima del ruido del motor.
— ¡Bien, es una sensación agradable!
Llegaron a una de las boyas y la tocaron. En ese momento una ola chocó contra la moto y los mojó de pies a cabeza. Dan se giró y se encontró a escasos centímetros de Nadia. Pensó en darle un beso, pero se contuvo y la miró con una sonrisa mientras le apartaba el pelo mojado de la cara.
— ¿Volvemos a la playa? —le preguntó acariciándole el pelo.
—Lo que tú quieras —respondió ella con una tímida sonrisa.
Dan pudo notar como se les había acelerado el pulso a los dos en el momento en que le acariciaba el pelo, así que decidió romper la tensión acumulada. Dio media vuelta en dirección a la playa y como estaban lejos puso a prueba la moto acelerando a tope, pero pronto llegaron a la zona donde se estaba bañando la gente. Miró a su alrededor y divisó una zona vacía cerca de unas enormes rocas que se metían en el mar, donde tiempo atrás se había derrumbado el viejo faro a causa de una fuerte tormenta.
—Sujétate bien —le dijo a Nadia, aunque más sujeta de lo que ya iba no podía ir ya que estaba completamente pegada a él y lo tenía bien sujeto por la cintura.
La moto giró rápidamente haciendo que se ladease en el agua y aceleró yendo paralela a las rocas. Parecía que no pero a medida que avanzaban iban cogiendo velocidad.
— ¡Para la moto! —dijo Nadia de repente.
Dan paró en seco y miró a Nadia sobresaltado. Ella, al ver la cara que había puesto le hizo una caricia.
—Perdona si te he asustado —se disculpó—. Me ha parecido ver algo entre las rocas.
Dan dio media vuelta y volvió donde Nadia le había pedido que parase. Se acercó bastante y se detuvo. Allí en medio de las rocas había una abertura con el aspecto de una cueva.
Mientras observaban aquello no se dieron cuenta de que el agua los arrastraba hacia allí. Cuando quisieron volver atrás no pudieron porque la corriente los estaba arrastrando con fuerza y no podían girar la moto. Entonces dejaron de moverse y el agua quedó atrás.
Se encontraban sobre un suelo cubierto de arena como si de la playa se tratase, ya que además las olas rompían en la orilla como lo hacen en la playa. Se bajaron de la moto observando a su alrededor. Las paredes y el techo eran completamente de piedra de un color gris oscuro. En el techo había algunas aberturas por las que se filtraban los rayos de sol y a sus espaldas se veía el mar a través de la entrada de aquella especie de cueva, mientras que al frente lo único que se veía era un pasillo de unos tres metros de ancho.
Ninguno de los dos había dicho nada todavía hasta que Nadia habló, y lo hizo en un susurro, como si temiera que alguien los pudiera oír.
— ¿No te dije que había visto algo?
 Dan asintió y, haciéndole una seña para que le siguiera, avanzó internándose en el túnel. Nadia lo siguió aunque parecía asustada, por lo que Dan la cogió de la mano para tranquilizarla. A medida que iban avanzando el túnel estaba cada vez más iluminado, cosa que les extrañó debido a que la entrada del túnel hacía rato que la habían dejado atrás y era imposible que la luz llegase hasta allí, además de que las aberturas  del techo en ese tramo del túnel se limitaban a diminutos orificios por los que entraba algún rayo de sol, incapaz de producir aquel resplandor. Así mismo, la temperatura había ido descendiendo a medida que avanzaban.
— ¿Qué sitio es este? —preguntó Dan desconcertado.
—Ni idea.
Dan vio que Nadia estaba temblando.
— ¿Qué te pasa?
—Tengo frío —le respondió casi en un susurro.
Dan la rodeó con los brazos y la estrechó. Ella se lo agradeció y le abrazó también. Entonces se dio cuenta de que estaba fría como el hielo, porque solo llevaba  el bikini y además iba completamente mojada, por lo que eran motivos suficientes de que tuviera tanto frío con la repentina bajada de temperatura.
—Vámonos antes de que te enfríes más que si te pones mala veremos que hago yo…
Nadia lo miró afectuosamente y asintió.
Volvieron al principio del túnel, subieron a la moto y salieron de allí en dirección a la playa. Fueron a dejar la moto en el garaje de Dan y luego salieron a la calle.
— ¿Estás mejor?
—Sí, gracias. Ya no tengo tanto frío —le respondió ella mientras abría la puerta de su casa—. Entra si quieres, no hay nadie.
—Gracias pero ahora no puedo. Es que mis padres van a venir enseguida porque quieren ir a comer a un restaurante y todavía me tengo que duchar y vestirme. Si quieres podemos quedar en otro momento.
—Vale. No pasa nada —le dijo un poco decepcionada—. ¿Vas a hacer algo esta tarde? —añadió sonriendo.
—De momento no. Si quieres quedamos y vamos a dar una vuelta o vamos al cine.
— ¡Vale! —dijo sonriéndole—. ¿A qué hora?
—A las cuatro paso a por ti y nos vamos.
Se despidieron con dos besos y cada uno entró en su casa. Dan subió a su habitación, cogió ropa limpia y fue a ducharse. Cuando se hubo terminado de vestir acababan de llegar sus padres. Fueron a uno de los mejores restaurantes de Goldbeach, en el Gran Centro Comercial. Dan pensó que Nadia podía haberlos acompañado para comer y así ya estarían al lado del cine. Durante toda la comida estuvo pensando en el túnel misterioso que habían descubierto entre las rocas y decidió que, de momento, era mejor no contarles nada a sus padres ni a Kevin.

2 comentarios:

Daniel Pérez Luque dijo...

Acabo de leer los tres capítulos y el prólogo. Están bastante bien, a ver cuando lo continuas para ver que pasa xD. He encontrado un detallito que quizá se te haya pasado por alto, cosa que nos pasa a todos (a mi me pasa muchas veces xD). En el segundo capítulo Nadia le enseña a Dan su bikini verde, pero luego en el tercero es rosa.
Un saludo ^^

Paco Cerezo Baviera dijo...

Muchas gracias por tu comentario Dani.
Tienes toda la razón, pero no te preocupes, ha sido un pequeño fallo técnico. Te explico: en un principio el bikini era verde, pero a medida que lo he ido publicando en el blog he retocado varias cosas de la historia, esa entre ellas. De hecho en el borrador está bien escrito.
De todas formas casi me ha "gustado" haber cometido ese "error" porque has demostrado que te lo has leído ya que si no puede que no te hubieses dado cuenta, jeje.
La semana que viene colgaré otro capítulo.
Un saludo.